miércoles, 8 de junio de 2016

El changuito y mi comedor.

Al empezar a vivir con el argentino, hace casi 14 años, estabamos en nuestros primeros trabajos y no teníamos mucho presupuesto, así que armamos nuestra casa aceptando muebles regalados, algunos los compramos de segunda mano, teníamos un refrigerador horrendo que le regalaron al argentino en un centro de ayuda para la comunidad judía y éste con su pinta (que además, en ese momento tenía caireles largos) fue y tuvo a bien aceptar. El refri se caía a pedazos, las repisas las deteníamos con frascos de mermelada y consumía toda la luz permitida por un particular.
Nuestros burós eran cajas de cartón, nuestro comedor era una mesa verde de plástico, nuestra TV era de botoncitos y le cambiabamos desde la cama con un palo cortinero y así era todos, nuestros amigos vendían muebles y nosotros nos los quedábamos y así nos hicimos de casi toda la casa.

Cuando nos mudamos al departamento en el que actualmente vivimos fue la primera vez que fuimos a una mueblería, apenas hace 6 años, elegimos un mueble y lo compramos: nuestro comedor.
Primer mueble comprado nuevo, empacado, sin rayones...wow!  yo por lo menos me sentí como grande a mis 30 y pico, jojo.

Los primeros años le ponía su aceitito de cerezo para cuidarlo y así paso el tiempo hasta que tuve un hermosísimo changuito que un día empezó a comer solo, le conseguí sus primeros cubiertos, padrísimos de changuito por cierto y el muy canijo empezó a martillar mi mesa cada vez que podía con el tenedor y en sus meses que lleva comiendo solo, le ha dado en la mother a mi mesa.

Así que después de hacerle textura a mi mesa, decidí regresar a los cubiertos de plástico y ayer en la distracción le di al changuito su tenedor y de nuevo a martillar la mesa, en un segundo le hizo como 6 hoyitos, minúsculos, en medio segundo le quité el tenedor, sentí que enfurecía, lo aventé al fregadero, lo regañe y le dije: a comer con las manos.

Siete segundos después estaba dándole yo de comer con mi tenedor y a los 4 minutos que ya había terminado de comer, estábamos sentados en el piso y su mamá se lo comía a besos cosquilludos y es que eso, es ser mamá.


Todos los días pasas por dos millones de emociones, afortunadamente la mayoría son increíbles, pero también te enfrascas de repente en frustaciones, miedos, enojos y berrinches, y el secreto creo yo, es ser algo así como bipolar y aprender a a dejar ir las emociones negativas, hacerles frente, vivirlas y dejarlas ir.

Yo todos los días practico como ir abandonando la cordura, ("¿Más?" diría mi hermano) unos días me sale bien y otros no, el chiste es seguir tratando y pensar que todas estas tonterías las vamos a extrañar dentro de no mucho que las batallas sean otras.