martes, 9 de febrero de 2016

Esos días en los que quieres renunciar...

Hoy fue uno de esos días. Van solo 3 afortunadamente en 1 año, 2 meses, 1 semana... pero son estos días los que te enseñan muchísimo de maternidad, te enseñan como puedes salirte de tus casillas y cómo debes aprender a controlarte para poder controlar a un niño.

La primera vez que tuve un día del terror fue cuando el changuito tenía 4 meses, fue un día en el que obvio yo estaba agotada, durmiendo mínimo cada par de horas y tratando de ser la mejor mamá aunque no tenía idea de lo que estaba haciendo y ese día me gano el cansancio. El changuito estaba muy inquieto en la tarde y fue por ahí de la hora del loco, (durante meses cerca de las 5 de la tarde fue la hora del loco, donde nada lo consolaba), que él lloraba y lloraba, yo le di de comer, lo hice repetir, le cambie pañal, lo arrulle en la pelota, camine, e hice todo lo que pude y él seguía llorando, así que perdí la cabeza y me enojé, lloré de desesperación y en un momento hasta le grite al pobre... Gracias a la vida que en algún momento le hablé a mi mamé que fue en nuestro socorro. Llegó y se encargo del changuito en lo que yo podía dormir dos horas seguidas, que cuando un bebe tiene 4 meses son oro puro.
Obvio al día siguiente me sentí la peor madre del universo por haberle gritado, pero viéndolo con cabeza fría me di cuenta que al ponerme yo nerviosa le trasmití mi histeria y se hizo un circulo vicioso del horror.

Un buen día hace dos semanas, el changuito decidió  que no quería dormir más siestas y paso de dormir 3 siestas en el día a no querer dormir en todo el día... obvio a las 4 de la tarde, él estaba histérico del cansancio y yo ya no sabía ni que hacer para que se durmiera, lo acosté varias veces y el efecto era igual, estoy segura, a que si lo hubiera metido a una tina de lava ardiente, sus gritos se oían en toda la cuadra. Probé arrullarlo como cuando era chiquito y se retorcía y me pegaba, probé colgármelo y se enojo igual, probé cargarlo y cantarle y nada, lo ponía en el piso y lloraba, la andadera y berreaba y así nos seguimos... durante más de 3 horas seguidas. 
Cada vez que cambiábamos de posición se calmaba unos minutos dejando ver que era una cuestión de berrinche puro y no de dolor o incomodidad, para que 5 minutos después se enojará de nuevo y nada funcionará, volví a perder la cabeza y le volví a gritar.... y obvio ahí empecé a llorar, sintiéndome la peor mamá del mundo por gritarle a un bebé que lo único que tiene es sueño y una gran terquedad a no dormir. Llegó el argentino, le entregue al niño y me fui. Literal. Me salí de casa, me fui a llorar a la calle como loca sin drogas, y volví un rato después cuando el argentino había logrado hacer su magia y calmarlo.... 
Al día siguiente empezamos igual, 11 am y no lograba que se durmiera, así que lo trepé al coche y me fui con mi mamá a que me ayudara a recuperar la cordura y ella me dijo algo que me dio un poco de tranquilidad: Ale, se vale cada tanto ser mala madre. No te exijas tanto, vas a cometer errores toda tu vida con ellos y lo importante es ir aprendiendo para evitar repetirlos tal cual. Acepta tener un mal día.

Y sí, se vale tener malos días, es como en todo, en el trabajo todos hemos tenido malos días y con la maternidad es lo mismo, es un trabajo pesado, el más gratificante que he tenido, pero hay días que se complican más y cometemos errores y se vale y lo más importante es entender qué pasa, se vale querer renunciar, se vale cansarse y pedir ayuda. 

Así que hoy de nuevo fue uno de esos días del terror en el que el changuito de nuevo no quiso dormir en todo el día y en la tarde ya se llamaba El Diablo (léase con acento gringo) y estaba cansado y de mal humor y para hacerlo más interesante además no quiso comer...

Hoy, por lo menos tenía más fresco lo de la semana pasada, lo dejé en paz, me acosté a lado de él, mientras él jugaba y hacía berrinche, hice 4 intentos y en el 5º logre que comiera, me mantuve tranquila y aunque hubo segundos en los que sentí que quería renunciar, pude respirar y encontrar más paciencia para no volverme loca y con mucho gusto debo decir que lo logre, después de comer, logre que se calmará un poco y le mejoró bastante el humor; así que sí, se vale tener un mal día siempre y cuando aprendamos algo de ellos.


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